El edificio es el resultado del estudio exhaustivo y riguroso del programa y las condiciones del lugar a todos los niveles:
vientos dominantes, orientación solar, pluviometría, geotecnia, contexto urbano catalogado, ordenanzas municipales, materiales e industrias disponibles, energías limpias al alcance, gestión del ciclo completo del agua, reducción de la huella ecológica tanto en la fase de construcción como en la vida útil, tipologías de viviendas adaptadas a las necesidades de los potenciales habitantes, etc.
La arquitectura tradicional ha sido una referencia constante, no como forma, si no como manera de trabajar, desde la escasez de recursos y con lo que tienes a mano. Son las gafas para mirar de cerca. Con ellas, buscamos que hay en la isla que podamos usar. Las sabinas, con las que se construían antiguamente los forjados, por suerte están protegidas, y las canteras de marés, agotadas, por lo que nos queda solamente lo que llega por mar: algas y barcos. Además de los palets de obra, que se quedan en la isla debido al coste de embarcarlos de vuelta.
Así que proponemos un cambio de concepto:
-“En vez de invertir en una industria química situada a 1500Km, dedicaremos el mismo presupuesto a una mano de obra local poco cualificada, que debe extender la Posidonia al sol para secarla, y compactarla en los palets logrando 15cm de aislamiento en cubierta. La sal del mar actuará como biocida natural.”
El resto de materiales utilizados surge de un estudio de mercado en función de su coste económico, de la energía incorporada, y de la adecuación a los niveles de confort requeridos para lograr una vivienda pasiva.
Por ejemplo, se opta por una estructura de muros de carga de bloque de hormigón aligerado tipo Y-TONG, reduciendo las emisiones de CO₂ de los ladrillos cocidos de forma convencional, además de resolver toda la fachada en una sola capa de 25cm, con una transmisión térmica U: 0'36, equivalente a 7cm de aislamiento. El precio de este material en Formentera (68 €/m²) resulta especialmente competitivo frente a sus posible rivales, como resultado de las implicaciones del transporte marítimo.
Y mientras una mano busca “con que lo hacemos”, la otra busca “como lo colocamos”.
Aprovechando que ambas fachadas a calle disfrutan de vientos dominantes procedentes del mar (embat), se divide el volumen edificado en dos bloques independientes. El acceso a las viviendas se realiza directamente desde la calle y todas tienen espacios exteriores de uso privado. Las viviendas de PB disponen de jardín, y las de P1, de terraza en cubierta.
Los espacios comunes son la Calle Mayor y la Calle Sant Jaume, recién peatonalizadas, que ejercen de vestíbulo.
Para compensar el tamaño reducido de las ventanas de P1, limitado a 120cm por el planeamiento, se abren lucernarios en cubierta para iluminar y calefactar en invierno. Las dimensiones han sido calculadas para asegurar la incidencia de radiación directa el día más desfavorable del solsticio de invierno.
La climatización pasiva se apoya con una caldera de biomasa centralizada.
En verano, persianas de madera FSC, pérgolas de cuerda de cáñamo y plantas trepadoras de hoja caduca protegen todas las aperturas.
La Cimentación, losas, y pavimentos se han resuelto mediante hormigón en masa, de cal hidráulica NHL-5, ya que el terreno rocoso lo permite.
El forjado de vigas de madera y tablero OSB, recuerda al forjado tradicional de astillas de sabina.
Puertas correderas colgadas de la jácena central permiten distintas configuraciones en la misma vivienda, con 2 o 3 habitaciones según se requiera. La tipología es una variación de la propuesta para las 42 VPO en Son Servera, de M. Peris, J.M. Toral y A. Homar, también promovido por el IBAVI.
Una fitodepuradora a base de árido cerámico reciclado y cañas, depura las aguas grises de las duchas, supliendo las necesidades de las cisternas de los WC y el riego.
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